En la era del cambio climático, repensemos el futuro de nuestras ciudades
Por Flora Cerda, equipo Urbanismo para la Vida en Foro NESI.
El crecimiento exponencial de la población y el éxodo rural masivo no dejan lugar a dudas de que el futuro será urbano. En 2050, dos tercios de la población mundial serán urbanos, y las políticas públicas deben tener en cuenta los retos a los que se enfrentan nuestras ciudades.
Este es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, que establece que «las ciudades deben ser inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles«. Sin embargo, entre la pandemia del Covid-19, las alarmantes previsiones de los expertos del IPCC, y las grandes migraciones… ¡El destino de nuestros territorios parece distópico!
Afortunadamente, la transición energética y digital, el auge de la participación ciudadana o la aparición de nuevos conceptos urbanísticos como la Ciudad de 15 minutos proyectan un futuro mejor para la ciudad del mañana. Será sostenible, inclusiva, humana y conectada. Pero para ello se requiere la acción de todos…
Por tanto, nos toca a nosotros, ciudadanos, jóvenes, políticos, asociaciones y empresas, actuar para que nuestras futuras ciudades sean:

Sostenibles y resilientes
En el centro de la globalización pero también cercana a sus territorios, la ciudad del futuro conservará su papel de motor de la innovación. Las asociaciones locales crearán puestos de trabajo, y la economía local aumentará el atractivo de las metrópolis autosuficientes. Esta vuelta a la vida de barrio en armonía con la naturaleza es esencial, sobre todo en lo que respecta al suministro de alimentos.
Este concepto local ha recibido mucha atención desde la crisis de Covid, y ya está tomando forma: en China, la zona de Xing’an, a unos 100 km de Pekín, promete estar conectada y ser independiente. Con una producción de alimentos autosuficiente, pero también en energía con métodos de construcción ecológicos, la ciudad cumple todos los criterios de la economía circular… ¡sin dejar de estar conectada por trenes de alta velocidad con el resto del país!
Otro gran reto urbano es conseguir que las infraestructuras existentes sean respetuosas con el medio ambiente. Dar una dimensión humana y energética a los edificios públicos y privados forma parte de las iniciativas arquitectónicas con paneles solares o la multiplicación de las granjas urbanas.
Pero están surgiendo ejemplos más futuristas: una torre en Taiwán, que se está terminando de construir está cubierta por 25 000 árboles, absorberá más de 100 toneladas de carbono al año. Lo mismo ocurre en París, donde los edificios Antismog podrán absorber las partículas contaminantes del aire de la capital francesa.

Inclusivas y cohabitables
Integrar y ofrecer ciudades adaptadas a todos está en el centro de las preocupaciones de las políticas públicas, pero aún queda trabajo por hacer para diseñar territorios inclusivos. Entre estas cuestiones, la gentrificación, es decir, la exclusión de la gente con bajos ingresos en la periferia de las ciudades, puede revertirse con una fuerte política de vivienda social. Así, en Canadá, la provincia de Quebec está aumentando la construcción de viviendas sociales y asequibles para que los más jóvenes y los menos favorecidos puedan acceder a una vivienda digna.
Las acciones para hacer de las ciudades del futuro espacios más transversales y acogedores se multiplican: en Viena, la perspectiva de género ya forma parte de la planificación urbanística, o en Barcelona, donde los vecinos tienen derecho a participar en la transformación de sus barrios gracias al Manual de Planificación de la Vida Urbana. Pero las preocupaciones del ciudadano de Barcelona no son necesariamente las mismas que las de un habitante de Río, Dakar, Vigo o Tokio. Por eso la ciudad de nuestros hijos debe ser también una ciudad a escala humana…

Cercanas y colaborativas
Desde los confinamientos repetitivos, todos nos hemos dado cuenta de la importancia del urbanismo de proximidad. El concepto de Ciudad de 15 minutos, ya implantado en París, Melbourne o Portland, promete ciudades vivas y abiertas.
¿Cuál es su objetivo? Hacer que todos los servicios sean accesibles en un cuarto de hora a pie, en bicicleta o en otro método de transporte respetuoso del medio ambiente. El coche desaparece del paisaje urbano y se facilita la movilidad para el trabajo, la asistencia sanitaria, las compras, los estudios y el ocio.
Las ventajas de este nuevo modo de vida son múltiples: la reducción de la movilidad diaria, también conocida bajo el nombre commuting, disminuye drásticamente la necesidad de transporte individual y público, y ofrece a los habitantes mucho más tiempo libre.
Es una forma de reinventar el tiempo, la calle y, de hecho, los barrios. Como en Suecia, donde se experimenta hasta el extremo con la Ciudad de un Minuto, donde se ponen a disposición de los ciudadanos más espacios públicos que responden a la creciente necesidad de convivencia.

Digitales y conectadas
El término Smart Cities se utiliza ahora comúnmente para referirse a la omnipresencia de la tecnología en nuestra vida urbana cotidiana, desde la geolocalización hasta la generalización del teletrabajo, pasando por el apogeo de las redes sociales y el tratamiento de datos. Entre las ciudades pioneras en estos ámbitos, y de las que podemos aprender, están Singapur y Hamburgo.
La primera invierte constantemente en tecnología digital para analizar el comportamiento urbano o reducir los desplazamientos: instalaron sensores en el mobiliario urbano, como las farolas, para garantizar un uso óptimo de la energía. En el puerto de Hamburgo se utilizan otros sensores de tráfico para gestionar los atascos en torno al puerto, facilitando así la carga de mercancías.
Otra posibilidad es hacer que nuestras ciudades sean más lúdicas. La gamificación podría ser la clave para pasar de la intención a la acción y hacer que nuestras ciudades estén más conectadas. El auge de PokemonGo lo demostró: una aplicación o una página web pueden animar a los ciudadanos a salir, reunirse y jugar juntos en la ciudad.
El turismo interactivo se fomenta con la aplicación Game Cities de Málaga, mientras que en Lahti, Finlandia, la aplicación CityCAP premia a quienes reducen sus emisiones de CO2. Otro ejemplo es la Ciudad de México, donde se ha creado un Laboratorio de Ciudad Lúdica para reconfigurar los imaginarios urbanos y cocrear una ciudad más agradable a través del poder activo de los ciudadanos.
Nadie puede predecir con certeza cómo será la ciudad del futuro… Pero los ejemplos anteriores demuestran que el futuro de las metrópolis no es utópico, si no evolutivo. Adaptarse a las nuevas necesidades del siglo XXI es la verdadera resiliencia de nuestros territorios, donde todos pueden actuar.
Con el proyecto Urbanismo Para la Vida busca llamar la atención sobre estos retos de orden público.
Si quieres unirte a nosotros, súmate al Evento Online para presentar la «Declaración por las Ciudades de 15 minutos y Territorios de 45 minutos», impulsada por NESI y cocreada por expertos multidisciplinares para acelerar el cambio hacia modelos urbanísticos resilientes.

[…] Diseñando vecindarios donde todo lo necesario está a una distancia máxima de 15 minutos a pie o en bicicleta, estas ciudades pretenden mejorar la calidad de vida de sus residentes y reducir sus impactos medioambientales. A este modelo se le conoce como “ciudades de 15 minutos”. […]
Citar Comentario
Citar Comentario