Avanzando hacia un nuevo sistema alimentario basado en la colaboración, la sostenibilidad y la salud.
Por Isabelle Le Galo, directora para España de la Fundación Daniel y Nina Carasso.
El trabajo en redes, la cooperación y el impulso institucional, son algunas de las bases para el salto de escala de los los sistemas alimentarios basados en la sostenibilidad, la salud y la colaboración, como demuestran las organizaciones e iniciativas que han participado en la mesa redonda “Nuevo Sistema Alimentario” en el marco de la 3ª edición del NESI Global Forum 2021, el Foro de Nueva Economía e Innovación Social que se celebró el pasado 27 de mayo.
La sesión moderada por Isabelle Le Galo, directora para España de la Fundación Daniel y Nina Carasso, contó con la participación de Pauline Bonnier, socia de trabajo del Supermercado cooperativo La Osa; Inés Criado, vocal de comunicación de la Asociación de Producción y Consumo Subbética Ecológica; Irene Estaún, directora insular de Reserva de la Biosfera del Consell Insular de Menorca; y Ainhoa Moreno, socia fundadora de NHOALAB y parte del equipo técnico de Menjadors Ecològics, cuyos proyectos tienen el acompañamiento de la Fundación Daniel y Nina Carasso.
En el planteamiento, Isabelle Le Galo destacó que, ‘desde el campo a la mesa’, la agricultura y la alimentación se encuentran en una encrucijada sin precedentes: tienen un carácter determinante en los desequilibrios ecológicos, sociales, sanitarios y políticos, pero también son un pilar fundamental para construir la resiliencia de las sociedades.
“Esta situación de pandemia favorecida a su vez por la presión a los ecosistemas confirma la necesidad de acelerar la transición agroecológica, solidaria y democrática, para facilitar el acceso universal a la alimentación saludable respetuosa de las personas y la naturaleza. La redefinición de los sistemas alimentarios para preservar los bienes comunes, ha pasado de ser algo deseable a convertirse en una necesidad urgente, un imperativo que nos empuja a reinventar nuestro modelo”, apuntó.
Para contextualizar el concepto de sostenibilidad en el sistema alimentario, resaltó que “hay una sostenibilidad holística, sistémica: que es medioambiental porque respeta la biodiversidad; hay otra que es para la buena salud de las personas a largo plazo; debe ser social porque genera justicia e igualdad social en todas sus etapas, pero también debe ser económica como un factor más que permite a las iniciativas ser viables en el tiempo y desarrollar su pleno potencial”.
Los proyectos que cumplen con estos cuatro tipos de sostenibilidad “no son mayoría”, pero “la buena noticia es que existen y demuestran cada vez con más fuerza y datos su valía”.
Cuatro casos de modelos sostenibles en distintos procesos de la cadena alimentaria
Para explicar el proyecto de la Asociación de Producción y Consumo Subbética Ecológica, Inés Criado presentó el vídeo “Biocor, redes desde la tierra”, que resume los valores de Gobernanza y soberanía alimentaria; Producción y consumo de alimentos ecológicos; Salud y equilibrio; Precios justos y trabajo digno; Alimentación de proximidad e impulso rural; Mayor resiliencia; Territorios diversos y autosuficientes; Convivencia y cuidado de la naturaleza, y Construir el futuro que nos merecemos.
La imagen refleja el trabajo y los valores, destaca a quienes forman parte de este proyecto, que aportan la inteligencia colectiva para tomar decisiones, ponen en el centro a las personas y a la vida digna, y no al dinero, todo esto en un entorno ecológico y sano. La asociación andaluza analiza qué, en dónde y cómo se produce, pero también su consumo, de forma transversal y siempre con la dimensión de sostenibilidad de respeto a los recursos naturales. En otras palabras, la nueva economía del bienestar.
Sobre el funcionamiento de Subbética Ecológica, mencionó algunas acciones como las cestas semanales, el centro de acopio, la ecotienda que ofrece alimentos locales y de comercio justo y, más recientemente, un obrador compartido: “Este modelo se basa en sistemas de comercialización y precios justos para el bien común, se consideran también los objetivos empresariales, y todos estos atributos permiten fructíferas relaciones humanas. Aun teniendo mucho que aprender, estamos logrando crear un sistema alimentario territorial con esas dimensiones, que demuestra que la agroecología y la producción sostenible pueden ser rentables para toda la comunidad”.
Un caso diferente es el de la Reserva de la Biosfera de Menorca, que solo por el hecho de poseer esa declaración obliga a demostrar que sus 90 mil habitantes pueden vivir la isla de manera sostenible, por lo que desde 2017 se decidió que el sistema alimentario tenía que ser eje en esa línea, lo que ha abierto una fase de experimentación y laboratorio para lograr ese cambio, comentó Irene Estaún.
Por ello, tras el consenso entre administración pública, sector productivo y agentes sociales, en 2018 se realizó un estudio de flujos alimentarios que mide la producción propia de alimentos (28 mil toneladas de alimentos, del que un 48% se exporta fuera de la isla), así como lo que se consume (un 19% es local y un 81% es importado desde todo el mundo).
A partir de ese porcentaje de producción local, se sabe dónde se producen esos alimentos y bajo qué prácticas, y a su vez eso permite dirigir los esfuerzos. Como ejemplos, una herramienta creada por el Observatorio Socioambiental de Menorca que reúne a productores, distribuidores, comerciantes y restauradores para fortalecer esta cadena de sistema local, o la línea de trabajo dirigida a introducir este modelo en comedores escolares, que ya cuentan en su menú con un 60% de productos locales y 30% de ellos ecológicos.
El supermercado cooperativo LA OSA, en el barrio de Tetuán de Madrid, tiene una primera semilla tras el movimiento del 15-M, en concreto, pusieron énfasis en el consumo, en querer tener el control de los productos mediante una trazabilidad de sostenibilidad, proximidad y la situación laboral de agricultores y ganaderos, con lo que en 2015 se abrió una primera tienda que ya en 2020 se transformó en un supermercado que suma ya 1.100 cooperativistas, explicó Pauline Bonnier.
Los criterios de compra de productos destacan seis aspectos importantes relacionados con la sostenibilidad, que son el impacto en el medio ambiente, que sea de proximidad, con producción ética en cuanto a la situación laboral de los productores, a precios justos, con sentido de comunidad en permitir varias alternativas de consumo y que sean de calidad nutricional. “La OSA tiene un sentido comunitario, que entiende que la comida es la mejor excusa para relacionarnos entre nosotros, en todos los lugares”.
En el centro del proceso del sistema alimentario está Menjadors Ecològics, que Ainhoa Moreno definió como una labor de acompañamiento para la restauración colectiva, en favor de cocinas que buscan un esquema más saludable y sostenible y a cuyos profesionales hay que guiar para cambiar procedimientos, incluso en algunos casos volver aprender a cocinar, así como en el contar con una despensa adecuada con el territorio y la temporada, algo en los que en torno a un 10% de empresas del sector ya trabajan. “Cuando queremos empresas que den ese cambio alimentario necesitamos formación y profesionalización, y allí acompañamos desde diseños de cocina hasta todo el proceso para lograrlo” apuntó.
Estos cuatro proyectos coinciden en que son capaces “de demostrar que estos sistemas encuentran un impacto positivo en la manera de vivir, la salud y convivencia entre personas, son posibles y lo han demostrado, conocemos el camino y no es tan complicado llegar a esa transición”, enfatizó Le Galo al describir el alcance de estas iniciativas.
¿Cuál es el futuro de este sistema y cómo se puede escalar en una mayor dimensión?
Tras una revisión del estado actual de proyectos que están funcionando, surge esta pregunta para mirar con perspectiva a un futuro deseable en que el sistema alimentario sostenible sea más amplio, buscando su generalización. Saber si las soluciones de estas entidades pueden ser replicadas y sirven para otras que estén interesadas en seguir este camino, o bien para que la administración pública sepa cuáles son las necesidades que plantea este sector.
Este modelo de sistema alimentario “tiene futuro si se escala, pero no de cualquier manera, sino de forma racionalizada”, de acuerdo a Ainhoa Moreno. Para el caso de las cocinas la intención de replicar a una mayor dimensión siempre debe considerar la inversión y el volumen, hacer que sea viable. En cuanto a este sector en el país, se debe considerar que la contratación pública para comedores escolares, hospitales, residencias y otros puede tener un papel de impulso mediante licitaciones que favorezcan estos procesos.
Es necesario el impulso institucional y político si se quiere iniciar esta transición y llegar a una escala de país, pero también será fundamental el trabajo en red y en cooperación. “Tenemos que desvincularlos de una lógica de solamente crecer, hay saber cuáles son las herramientas para no caer en ese crecimiento desmedido”, consideró Inés Criado.
La compra pública, las redes y la alianza entre empresas son también elementos que impulsan la transformación de este sistema en Menorca, reiteró Irene Estaún, que además señaló la necesidad de impulsar esta escala con la utilización no solo de indicadores económicos, sino también los que miden el impacto social.
En el caso de la distribución hay una presión por crecer como sistema sostenible, y si bien el argumento para replicar tiende a ser económico, se ha optado por una estrategia que puede construir y combinar herramientas comunes para los esquemas de cooperativas que les permita el ahorro de costos, expresó Pauline Bonnier.
El camino no es fácil, en algunos ámbitos hay también barreras políticas y las autoridades no han prestado suficiente atención a estos procesos, pero una vez que estos modelos demuestran el impacto de su esquema económico y social es cuando las instituciones comienzan a tenerlos en cuenta, se acercan y se abre un nuevo campo. Inés Criado atribuye esta forma de proceder de parte del sector oficial, a que muchas veces va más rezagado en cuanto al progreso de las iniciativas ciudadanas.
A la vez, las personas y grupos que quieran desarrollar este tipo de iniciativas deben buscar el apoyo mutuo, no emprender de forma aislada, saber con quiénes se cuenta, dialogar e identificar los problemáticas a las que se quiere dar respuesta y juntarse para hacerlo, es una de las de las recomendaciones expuestas en la mesa redonda.
Sin duda, uno de los temas que habrá de afrontar este proceso será también el diseño de dietas más vegetales que reduzcan el consumo de cárnicos, algo que pasa por analizar muchas de las recomendaciones de organismos internacionales de Naciones Unidas, que hacen referencia a hacer un consumo más moderado de la proteína animal.
Poner a las personas en el centro y apostar por el trabajo común
La intención de reunir a estos cuatro proyectos en la mesa redonda es servir de inspiración para muchas personas interesadas en seguir esta línea de cambio del sistema alimentario, y que reciban el mensaje de que es posible que estos modelos encuentren un impacto positivo para las personas y el planeta, así como dejar claro que está en marcha ese cambio de escala en el que se tiene como aliada a la digitalización y representa una oportunidad, como lo explicó Isabelle Le Galo.
El mensaje que se quiere transmitir a la gente es también que hay una diferencia entre este sistema y el esquema tradicional, algo que se tiene que hacer notar, pero además mostrar las claves para el cambio de escalas. “Si hay algo que desaprender para conseguir un sistema alimentario sostenible es el punto de partida: debe basarse en los valores y poner a las personas en el centro y apostar por el trabajo en común”, puntualizó Le Galo para concluir el evento.
Conclusiones e ideas:
Son numerosos los ejemplos que ya están en funcionamiento «desde el campo hasta la mesa». Estos, en su mayoría, responden a la vez a varios o a todos los pilares del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) de nuestro país.
Además las ponentes del panel dieron claves importantes del cambio de escala de estas iniciativas para facilitar su generalización y hacer que mañana el 100% de la alimentación sea sostenible.
Con este enfoque holístico de la sostenibilidad que se presentó, las conclusiones para contribuir a la construcción de un nuevo sistema alimentario son:
- Las iniciativas de Economía Social y Solidaria (ESS) deben construir su solvencia económica. Para ello deben alcanzar un tamaño medio. Por ejemplo en restauración colectiva, no abarcar solo un comedor sino diversas colectividades (un colegio, un hospital y una residencia)… de manera que alcancen entre 500 y 700 comidas diarias servidas.
- Replicar este modelo en distintos territorios adaptándolo a las especificidades locales.
- Las iniciativas deben reforzar las redes de la ESS.
- Es importante facilitar la recogida e intercambio de aprendizajes a pesar del coste en tiempo y recursos humanos que requiere
- Se deben impulsar más las alianzas público-privadas y privadas-privadas donde hay mucho potencial (por ejemplo, en Menorca existen alianzas del sector público con empresas de todo tipo para impulsar oferta y demanda agroecológica).
- La transición digital es una aliada para maximizar la eficiencia de las iniciativas como con el desarrollo de software de gestión de pedidos y logística de productos agroecológicos
- Lograr que las administraciones públicas pongan más en valor las iniciativas de ESS, dotarlas de un estatuto jurídico fiscal diferenciador y beneficioso, que refleje sus externalidades positivas.
- Facilitar la disponibilidad de capital Seed público para iniciativas de ESS.
El diálogo finalizó con el consenso en la necesidad de promover una economía basada en la vida, respetuosa de las personas y el planeta, para impulsar así la Nueva Economía del siglo XXI, una nueva economía que ya se recoge en el Plan A, Economía para la Vida, con 38 estrategias y 383 propuestas para ser líder en innovación y sostenibilidad. Se trata de un programa de política económica, liderado por NESI y elaborado conjuntamente por más de 70 organizaciones y 5.000 ciudadanos, que plantea un modelo transformador alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el Acuerdo de París y centrado en las personas y el planeta.
Bajo el lema, “EcoHackers, hackeando la economía en positivo” el Foro ha invitado a todos los asistentes a hacer un reseteo global a todos los niveles para preguntarnos qué desaprendizajes mentales o cambios de hábitos tenemos que hacer como sociedad para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030.
Sobre la Fundación Daniel y Nina Carasso
La Fundación Daniel y Nina Carasso trabaja para transformar el modelo de la sociedad actual en uno más ecológico, inclusivo y que permita el desarrollo en plenitud.
Se compromete en dos grandes ámbitos que son la Alimentación Sostenible, por un acceso universal a una alimentación sana, respetuosa con las personas y los ecosistemas, y el Arte Ciudadano, para el desarrollo del espíritu crítico y el refuerzo de la cohesión social.
Acompaña proyectos en Francia y en España, movilizando recursos económicos y humanos, así como desarrollando acciones propias con este fin.
Impulsada por el objetivo del impacto social, fundamenta su acción en la investigación, los saberes empíricos, la experimentación, la evaluación y los aprendizajes compartidos.
Creada en 2010, es una fundación Grant Maker (exclusivamente financiadora de iniciativas de interés general), de patrimonio familiar, afiliada a la Fondation de France. Es independiente de cualquier sociedad mercantil.