Tras 30 días en estado de alarma…
Por Natalia López Puertas, coordinadora de Actividades y Operaciones en Foro NESI de Nueva Economía e Innovación Social.
Se cumplen 30 días desde que comenzó el confinamiento. Un mes relacionándonos con nuestros seres queridos y con el equipo de trabajo a través de una pantalla, incorporando a nuestra vida el teletrabajo a todos los efectos.
En nuestro caso, se cumple un mes de trabajo en remoto. Para NESI esto ha supuesto una suerte, ya que teníamos una cierta cultura previa de teletrabajar, no como el futuro del trabajo, más bien como un presente muy real; lo que nos ha permitido seguir con nuestra actividad sin ningún problema. Un privilegio disponible para pocas, dadas las cifras de ERTES y destrucción de empleo.
A los cinco días de comenzar a teletrabajar se me ocurrió la estupenda idea de escribir un artículo sobre lo que estábamos aprendiendo sobre el teletrabajo. A mí y a casi medio mundo, y esto se tradujo en Webinars, artículos, decálogos, consejos y reflexiones sobre la influencia del coronavirus en la economía, lo que me hizo darme cuenta que quizás era el momento de leer y escuchar a otras personas con más experiencia y que podría beneficiarnos.
Al comenzar la segunda semana, seguí arrastrando la idea de escribir sobre el teletrabajo. Esta vez quería evaluar nuestra propia actividad como equipo de trabajo, pero ¿realmente tenía material para hacerlo? Resultaba evidente que, con tan poco tiempo y después de la primera semana de euforia, aún quedaba mucha incertidumbre que no sabía cómo canalizar. Y un artículo no parecía lo más adecuado.
Como comentaba al inicio, cuando se nos planteó la posibilidad del teletrabajo temporalmente, vimos en NESI una oportunidad de desarrollo organizacional. Es cierto que trabajar en remoto siempre “ha estado ahí” pero aún teníamos la cultura del lugar físico muy arraigada. Además, la mayor parte del equipo de trabajo “conocía” qué era eso de trabajar desde casa de forma ocasional, pero poco o nada sabíamos de lo que significaba construir una organización desde la distancia.
En mi caso, soy la responsable de “crear” esa estructura y nunca imaginé que tendría que hacerlo de esta forma. Es cierto que he trabajado liderando muchos equipos y a cada cual más variopinto: de equipos multiculturales cuyo idioma común era el inglés, a equipos nacionales y por un proyecto concreto, pero “pain in the ass”. Muy variopinto, pero realmente, ninguna organización en la distancia.
De este modo, lo primero que hice fue aprender de otras organizaciones que ya trabajaban en remoto antes de que todo esto pasara, teniendo en cuenta que esto no es teletrabajar, es intentarlo. Lo es porque es una situación anómala, en la que toda tu vida, profesional y personal, se reduce a cuatro paredes y nadie tiene la preparación emocional para poder sobrellevar una situación de la que no existe un referente o aprendizaje anterior.
Desde el punto de vista profesional lo teníamos muy claro: teníamos que seguir con nuestra actividad y ahora, más que nunca, nuestra filosofía de trabajo por objetivos estaba más alineado que nunca. El propósito de lo que hacemos en NESI está más presente que nunca: esta situación ha puesto de manifiesto que el sistema económico actual es erróneo y que, como ciudadanía global, tenemos que exigir el cambio para proteger la vida, y el planeta que la sostiene. El Coronavirus ha venido para revolucionar nuestras vidas. Es importante analizar el impacto que está teniendo sobre la economía mundial y plantearnos la necesidad de construir una nueva economía basada en la resiliencia.
Así, conseguimos instaurar reuniones diarias en las que cada persona relataba al resto sus tareas a realizar ese día, tareas que previamente ya se habían trabajado por medio de un seguimiento semanal, accesible a todo el equipo de trabajo. Gracias a esto aprendimos que nuestra productividad se centraba por las mañanas; que las reuniones era mejor dejarlas por la tarde y que nuestro día laboral se organizaba en: antes de la hora de comer y después de la hora de comer.
También aprendimos que se podía trabajar sin tener que hablar todo el rato y que las reuniones debían ser concretas, equilibradas y selectivas, gracias a la creación de equipos de trabajo por proyectos. Comprendimos, entonces, que habíamos hecho bien con tener un programa de videoconferencias de pago ya que nos daba una libertad enorme para continuar nuestra actividad. Hemos descubierto las reuniones recurrentes y temáticas, los fondos virtuales y otros accesorios. También hemos aprendido que la red puede petar, que la seguridad es lo primero y contrastar fake news, también.
Como bien dice nuestro amigo y colaborador Albert Cañigueral, experto en plataformas digitales y trabajo colaborativo ¡El trabajo ya no es lo que era! Ni lo será….
Parecía que todo estaba más o menos encauzado, pero después de la segunda semana llegó la tercera y la situación iba a continuar durante algún tiempo por lo que, ¿serían estas mejoras suficientes? Podrían haberlo sido, pero, como parte de NESI, una de las cosas que más valoro es el reconocimiento a la parte personal que tenemos como trabajadoras.
Porque, profesional se puede ser de muchas clases, al igual que persona, pero una situación como ésta, que afecta a todo el mundo por igual, tiene unos efectos parecidos. Y no nos engañemos. Nuestra realidad personal afecta a cómo desarrollamos nuestro trabajo.
Coronavirus no significa confinamiento, ni teletrabajo. En nuestro caso coronavirus significa peligro por nuestros familiares en riesgo; parejas separadas; familias que hacen malabares para atender sus responsabilidades labores y el cuidado de sus hijos e hijas. El confinamiento significa no poder despedirte de los tuyos.
Todo esto está ahí y, aunque no hablemos de ello, se refleja en la forma en la que dormimos, descansamos, y nos enfrentamos a un nuevo día; en nuestro humor; en cómo hablamos a nuestros compañeros, o la forma en la que hablamos o directamente no decimos nada. Por eso, justo después de organizar qué íbamos a hacer, fue muy importante decidir el cómo, si desde una posición separatista, o dando espacio a que cada persona respondiera al: ¿cómo te encuentras hoy?
Esto ha marcado lo que hacemos ahora a través del teletrabajo. Antes de todo esto, evaluábamos mensualmente nuestra actividad como equipo de trabajo y la forma en que nos relacionábamos con todas las personas y organizaciones satélites. La primera de confinamiento nos sirvió para darle perspectiva al coronavirus, a darle un sentido de temporal y a poner en perspectiva quiénes somos como equipo y quiénes éramos antes de que todo esto comenzara. De recordar nuestro propósito como organización, como equipo de trabajo y, por supuesto, como personas.
Ya han pasado 30 días después de la declaración del estado de alarma, poniendo en práctico el teletrabajo al 100%. Sabemos que la vuelta va a ser lenta. Ahora mismo es imposible predecir cuándo. Aun así, tengo claro que la primera vez que vea físicamente a mi equipo de trabajo no será para una reunión a las 9 de la mañana, y no será en el espacio de Co-working. Nos iremos a tomarnos un café, o una cerveza. A abrazarnos y a compartir lo que hemos vivido estos meses y de qué forma vamos a compaginar nuestras necesidades como personas, y como profesionales. Será el momento de poner en valor el trabajo en remoto y darnos cuenta de que ha llegado para quedarse.
Luego podremos evaluar nuestra productividad, las oportunidades que se nos abren y las que habremos perdido. De alienarnos con lo que somos, con nuestro propósito, con lo que estamos construyendo sin dejar de lado a las personas de nuestra vida que necesitamos para conseguir estos objetivos.