Por Diego Isabel La Moneda, director del Foro NESI, de Nueva Economía e Innovación Social.
Nuestras vidas y, por ende, nuestra Economía está sufriendo una revolución por la llegada del Coronavirus.
Más allá del impacto que ya ha causado el coronavirus en nuestro día a día – lavarnos las manos más que nunca, evitar el contacto al saludarnos o pánico en el autobús ante el estornudo de un pasajero asiático – es importante analizar el impacto que está teniendo sobre la economía mundial.
Todos los periódicos se hacen eco de la caída de las bolsas, la cancelación del Mobile World Congress y otros grandes eventos, de la bajada de la previsión del FMI del crecimiento económico global del 3.3% al 2,9% y, de momento, de un 0,2% en el PIB de España y de los riesgos del corte de suministros básicos provenientes de China, Italia y otros países. Turismo, alimentación, automoción, parece que ningún sector escapa a las consecuencias del coronavirus.

El impacto social es obvio y el riesgo sanitario hay que tomarlo con toda la seriedad que se merece. Pero ¿qué podemos aprender de su impacto en la economía? Al igual que lo hizo la caída de Lehman Brothers en 2008, en el año 2020 el Coronavius ha demostrado lo frágil y vulnerable que es la economía global.
La globalización y el estar interconectados a múltiples niveles hacen que cuatro sectores de la economía sean especialmente frágiles y que puedan llevarnos una y otra vez al borde del colapso. Son el sector financiero, el energético, el alimentario y el sanitario.

Necesitamos construir una nueva economía fundamentada en un principio clave; la RESILIENCIA. Una economía resiliente es aquella capaz de afrontar imprevistos, resistir grandes crisis y recuperarse sin apoyos externos.
Un nuevo modelo económico basado en la resiliencia estará basado en la economía local, la economía circular y un consumo responsable y consciente.
Si somos capaces de producir aquello que realmente necesitamos en nuestras vidas – alimentos, servicios sanitarios, la la energía necesaria para producir esos alimentos y otros recursos clave como vestido y vivienda y un sistema financiero controlado desde lo local y capaz de resistir crisis externas –, si somos capaces de transformar el actual modelo productivo lineal y hacerlo circular – reutilizado y valorizando los residuos y vertidos – y si educamos a la ciudadanía para que aplique un consumo consciente basado en el mantra “consumir menos y mejor”, entonces seremos resilientes y superaremos cualquier crisis que venga desde el exterior. Es el #TiempodeActuar.
La palabra crisis en chino se compone de dos símbolos. El primero, Wei, quiere decir “peligro” y el segundo, Ji, significa oportunidad. El Coronavirus es una oportunidad para aprender cuatro lecciones de economía fundamentadas en la resiliencia y aplicables a aquellos cuatro sectores que pueden afectar de manera más crítica a nuestras vidas:
- Soberanía alimentaria. Las alarmas de desabastecimiento de ajos (China produce el 83% de los ajos que se consumen en el mundo) y que puede ampliarse a otros alimentos nos hacen ver la importancia del sector primario. La soberanía alimentaria – ser capaces de producir nuestros propios alimentos – es la base para construir una nueva economía resiliente, local y circular capaz de resistir crisis alimentarias ya sean creadas por una pandemia, el cambio climático o los vaivenes de los precios internacionales de los alimentos a causa de los especuladores financieros. Apoyar a los productores locales, fomentar la permacultura y los huertos urbanos, fomentar el consumo de productos locales y los circuitos cortos son algunas de las muchas medidas que pueden ponerse en marcha.
- Soberanía energética. La carrera hacia la descarbonización, imprescindible para frenar el cambio climático, pasa por generar la energía en local y de manera limpia. Los últimos dos cientos años de existencia de la humanidad es la primera vez en nuestra historia en la que los recursos necesarios para producir la energía imprescindible para calentar nuestros hogares o producir alimentos, vestido y otros recursos clave, se extrae y transporta desde miles de kilómetros de distancia. Una nueva economía basada en la soberanía energética evitará crisis industriales, empoderará a la ciudadanía haciéndola más autosuficiente y evitará que superemos los 1,5Cº de temperatura que marca el Acuerdo de París. Promover la autosuficencia, le energía distribuida, la generación de energía renovable y la eficiencia energética son clave para desarrollar un modelo energético sano.
- Soberanía financiera. Desde la crisis de 2008 asistimos a una continua concentración del sector bancario. En España, de cientos de cajas y bancos locales hemos pasado a menos de un par de docenas y siguen anunciándose nuevas fusiones. Debemos ser conscientes de la fragilidad y riesgo que esto supone. Se esta creando un oligopolio manejado por unas pocas corporaciones y, si una de ellas cayera, un ataque hacker bloqueara alguno de los grandes bancos, o si por voluntad de algún accionista se retirara el crédito o retuvieran los depósitos de los ahorradores, nos enfrentaríamos a una crisis social que dejaría en anécdota la crisis producida por la caída de Lehman Brothers hace doce años. Es urgente mantener un sistema financiero basado en inversores locales con innovadoras herramientas que van desde el crowdfunding hasta el equityfunding pasando por bonos sociales, bonos verdes, fondos sostenibles, cooperativas financieras y bancos locales que actúen solo en local y apoyen a las empresas y emprendedores que generan impacto positivo en sus comunidades.
- Soberanía sanitaria. La última de las lecciones a aprender del Coronavirus es la necesidad de una mejor coordinación sanitaria a nivel global, a la vez que se mejora la capacidad de aplicar medicina preventiva y correctiva desde lo local. No pude ser que en una semana un país como España se quede sin mascarillas ¿y si en vez de mascarillas nos quedáramos sin suministro de ciertos medicamentos clave que millones de personas consumen a diario? ¿Es posible imaginar el quedarnos sin medicamentos necesarios para tratar la diabetes, el colesterol, enfermedades cardiovasculares, dolencias respiratorias y otras dolencias habituales? ¿Somos capaces de producir estos medicamentos de consumo recurrente a nivel país? Además de crear empleo directo e indirecto, fomentar la investigación propia permitiría aumentar la resiliencia ante potenciales crisis sanitarias y cortes de suministros básicos.
Al igual que a cualquier hotel, barco de transporte de pasajeros o empresa se le obliga a tener sistemas de prevención ante riesgos, como país deberíamos ser capaces de poner en marcha un nuevo modelo económico que nos permita ser resilientes ante problemas que puedan afectar gravemente a las personas. Además de actuar contra el Coronavirus, aprendamos de las lecciones de economía que nos deja.
Ahora nos queda un trabajo duro, después del virus se nos presenta un panorama como si de una guerra se tratara, o tal vez lo es.
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