¿Qué tenemos que desaprender para crear políticas que favorezcan la vida en los pueblos y de verdad mejoren el medio rural?
Por David Gracia Josa, profesional Senior en Comunicación Corporativa y Asuntos Públicos.
Las distancias entre el mundo rural y urbano no son tan grandes si reaprendemos una función esencial de nuestra convivencia: la escucha.
La 3º edición de NESI Global Forum, el Foro de Nueva Economía e Innovación Social, tuvo un espacio de debate para el reto rural y los desequilibrios territoriales que hoy vemos en España. En el panel «El reto rural» se debatió sobre cómo aplicar la innovación a las políticas de desarrollo rural o cómo conectar empresas, ciudadanía, gobiernos para generar nuevas oportunidades.
Para ello, contamos con tres “EcoHackers” de peso como Eduardo Serra, presidente de la Fundación Everis, de DigitalES, Asociación Española para la Digitalización y de la Fundación Transforma España; Marta Corella, alcaldesa de Orea y Juan Ávila, jefe de innovación social Red Eléctrica Española, un panel de máxima calidad que un servidor, David Gracia Josa, tuvo el placer de moderar.
“Hemos urbanizado el país deprisa y corriendo”
Eduardo Serra, que ha formado parte de tres gobiernos desde la Transición y trabajado en el lanzamiento de asuntos tan importantes como la entrada de España a la OTAN, misiones internacionales como la de Kosovo o la Fundación para la Ayuda contra la Drogadicción, tiene claro que en España necesitamos un nuevo “proyecto común” en el que “es obligatorio disminuir los desequilibrios territoriales”. Desde su punto de vista, “tenemos que cuidar la cohesión social, porque hay un peligro de elevar la desigualdad en muchos sentidos, entre ellos el territorial. Hay que poner remedio al vacío de amplias zonas si queremos seguir viviendo en sociedades cohesionadas”.
Frente a los “profetas del pesimismo”, Serra propone “no buscar excusas para corregir las cosas que se hayan hecho mal” y ver las oportunidades que nos brinda el momento actual. Entre ellas, la revolución tecnológica y digital como una vía para “disminuir esa brecha entre vida rural y urbana”. E incide en tres aspectos clave aspectos clave para avanzar: dar voz a los pueblos, modernizar las administraciones y “ruralizar” las ciudades.
“Hay que escuchar la voz del campo, del 95% del territorio. No puede ser que estemos con oídos sordos. Me parece que nos faltan canales de escuchar a esta voz que no quiere ayudas, sino que se le escuche como a los demás”, reflexiona Serra y nos cuestiona sobre “Cuántos pueblos se podrían salvar” con un impulso de la “colaboración entre poderes públicos, empresas y sociedad civil para acelerar ese proceso”.
En cuanto el cuello de botella administrativo, Serra asegura que “tenemos unas administraciones públicas que vienen del siglo XIX y ha habido muy poca modernización. La estructura autonómica no ha contribuido y no se tiene en cuenta las necesidades que tienen los pequeños pueblos”.
En tercer lugar, Serra reconoció que en las últimas décadas “hemos urbanizado el país deprisa y corriendo y nos hemos dejado muchos pelos en la gatera. Como el péndulo, tenemos que ruralizar el país. Darle la vuelta y escuchar la naturaleza. El retorno a lo que ha sido nuestra casa”.
“Los pueblos son el mejor espacio para criar a los niños”
Desde el municipio de Orea en Guadalajara, su alcaldesa e ingeniera forestal, Marta Corella reivindica con optimismo del futuro y la vida de los pueblos forestales de montaña: “Las ciudades no se entienden sin un medio rural activo, vibrante y vivo. Es necesaria una simbiosis”.
Corella es directiva de la Asociación Nacional contra la Despoblación del Medio Rural, coordina la comisión de municipios forestales de Esmontañas y ha impulsado proyectos como SOS Mundo Rural, Del Bosque a tu Casa o Celtiberia Digital. Desde esta experiencia advierte de que se ha producido “una ruptura con los saberes y una pérdida de vínculo” con la vida de los pueblos que ha generado una brecha. “Nos ha faltado una intensa campaña de formación y educación ambiental. La gente con buena intención quiere proteger aquello que no conoce, los vínculos de ese espacio y qué es lo que ha pasado en los pueblos. Hay que aprender el lenguaje del monte y comprende los ciclos de la naturaleza”.
“La paradoja es que los pueblos forestales que hemos sabido mantener un entorno natural es porque la mano humana ha estado allí. Estos bosques son necesarios para el conjunto de la sociedad y a la vez necesitan de los humanos. Son necesarios para una transición ecológica y sostenible: reducen carbono, producen agua y crean ganadería”, argumenta Corella.
En otros términos, actividades olvidadas parte de España como “la gestión forestal es necesaria no sólo para producir trabajos, si no para reaprender los saberes que en otras épocas creaban oportunidades en el territorio. Por supuesto para generar un equilibrio e igualdad social”.
Para avanzar en este camino hacia el reaprendizaje, Corella piensa que no es suficiente no sólo el trabajo de las Administraciones sino la energía de las propias personas que viven en el campo porque, en su opinión, “los pueblos que hoy estén dormidos es posible que no despierten”.
La recuperación del mundo rural en países como Escocia merecen ser valorados, según Corella: “Allí pusieron en marcha toda la maquinaria en torno a lo que pasa en el territorio. Aquí hemos puesto en marcha una maquinaria burocrática que es la misma para todos y genera grandes problemas en el entorno rural. No creo que haya habido alguien con mala intención, simplemente hemos sido invisibles. No quiero discriminación positiva ni negativa, sencillamente que la legislación nos tenga en cuenta. Una vez que nos tenga en cuenta, si de verdad somos iguales, habrá una adaptación fiscal y legislativa para que realmente seamos iguales”.
El encaje de la infancia y la educación de los niños en el entorno rural es, a priori, una de las barreras mentales que muchas veces escuchamos. Sin embargo, para Corella “a los derechos de la infancia habría que añadir uno que se ha arrebatado, que es el vínculo con su esencia como ser humano, con la naturaleza”.
Con esta idea, Corella impulsó el proyecto Ni un pueblo sin niños, ningún niño sin pueblo. “En un pueblo, un niño aprende a ser independiente, de lo que le rodea, a jugar a lo que quieran con quien quiera. Adquiere responsabilidades propias de su edad. Saben los alimentos que comen y de dónde vienen. Privar a un niño de una cosa tan fundamental como saber de dónde vienen los alimentos que consume supone privarlo de algo fundamental para el desarrollo de su persona”, reflexiona.
Lejos del pesimismo, Marta Corella cree que “los pueblos van a ser el frezadero de nuestros jóvenes en el futuro, igual que los salmones van a desovar al río de mejor calidad donde nacieron. Los pueblos son el mejor espacio para criar a los niños y luego decidirán vivir donde quieran. Esto no conlleva perder derechos, no hacer una carrera o perder derechos. Los pueblos evolucionan como las ciudades”.
“Corregir los desequilibrios territoriales es imprescindible para lograr la transición ecológica”
Juan Ávila conoce bien las problemáticas rurales, no sólo desde los proyectos de innovación que está impulsando desde Red Eléctrica, sino de su experiencia pública como alcalde de Cuenca, presidente de la Diputación de Cuenta y secretario general en la FEMP. En su opinión, “corregir los desequilibrios territoriales es imprescindible para lograr la transición ecológica, que es, probablemente, el cambio más profundo y rápido que ha afrontado la humanidad. Sólo avanzaremos si se implica la ciudadanía y participa en el diseño del nuevo marco y en la ejecución de los nuevos proyectos, sintiéndose protagonista y, por tanto, responsable”.
Plan A, Economía para la Vida
El diálogo finalizó con la conclusión de que necesitamos una economía local y resiliente, tanto a nivel local como global, para impulsar así la Nueva Economía del siglo XXI, una nueva economía que ya se recoge en el Plan A, Economía para la Vida, con 38 estrategias y 383 propuestas para ser líder en innovación y sostenibilidad. Se trata de un programa de política económica, liderado por NESI y elaborado conjuntamente por más de 70 organizaciones y 5.000 ciudadanos, que plantea un modelo transformador alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el Acuerdo de París y centrado en las personas y el planeta.
Bajo el lema, “EcoHackers, hackeando la economía en positivo” el Foro ha invitado a todos los asistentes a hacer un reseteo global a todos los niveles para preguntarnos qué desaprendizajes mentales o cambios de hábitos tenemos que hacer como sociedad para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030.